dijous, 8 de gener del 2009

L'existencia o no de Deu.....als autobusos

El autodiós. Isaías Lafuente
Dos organizaciones en torno a Dios se han lanzado a una guerra publicitaria para proclamar o poner en duda su existencia. La Unión de Ateos y Librepensadores ha financiado una publicidad en dos autobuses de Barcelona que reza - disculpen, quizás no sea el verbo más adecuado - : "Probablemente Dios no existe; deja de preocuparte y disfruta de la vida". La campaña nació en Londres y promete extenderse a otras ciudades españolas después de la experiencia de Barcelona. En Madrid, una Iglesia Evangélica ha reaccionado con una campaña semejante, también en los autobuses, en la que se proclama: "Dios sí existe, disfruta de la vida en Cristo". Recuerda la batalla dialéctica a aquella otra que se libró hace tiempo en las paredes de los retretes públicos en las que unos escribían: "Dios ha muerto. Firmado: Nietzsche"; y respondían otros, con una evidencia aplastante: "Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios".
Al catálogo de mis múltiples dudas existenciales añado desde hoy otra sobre la eficacia de la publicidad en los autobuses como arma de evangelización o de contraevangelización. Aunque a diario comparto la parada del autobús con mucha gente que por encima de sus creencias reza para que el suyo llegue a tiempo o se acuerda de Dios cuando se retrasa más de lo debido, no creo que campañas como estas muevan un ápice los cimientos de sus convicciones. Aunque puestos a emprender guerras por la religión, prefiero estas ocurrencias incruentas que otras sangrientas cruzadas. Imagino, pues, que los únicos beneficiarios de esta tendencia serán los gerentes de las empresas municipales de transporte que asumirán felices como un milagro la llegada de tan peculiares campañas en estos tiempos de sequía publicitaria.
Porque viendo cómo anda el mundo, especialmente en el territorio cuna de las tres grandes religiones monoteístas, tan difícil me parece defender la existencia de Dios como proclamar de manera indubitada que demostrada su inexistencia se volatilizarán nuestras preocupaciones y disfrutaremos, como por ensalmo, más la vida. Eso sí que es tener fe a prueba de bombas.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Teología de autobús. Luis del Val
Nunca traté a persona inteligente que me quisiera convencer de sus creencias o, por el contrario, que tratara de demostrarme lo razonable que resultaba el ateísmo. He tratado a mucha gente relacionada con la Medicina, con la Ciencia, con las Artes, judíos, católicos, protestantes y ateos, pero no tengo memoria de que esas personas, que habían alcanzado cotas de excelencia en sus actividades, hicieran ni siquiera un comentario despectivo sobre una religión o sobre la ausencia de creencias.
Parece que un grupo de ateos militantes quiere pagar una campaña publicitaria en los autobuses para tranquilizar a los ciudadanos, y que éstos se diviertan, porque Dios no existe. A mí me parece que se tranquilizarían mucho más si se les asegurase que no existen los inspectores de Hacienda o que el puesto de trabajo que todavía existe es duradero y permanente. Ante esta acción, tengo entendido que otros grupos religiosos pueden promover una campaña contraria, diciendo que todo el mundo esté tranquilo, que Dios existe, con lo que, al menos, la tranquilidad está garantizada para las compañías de autobuses que van a ver incrementar sus ingresos, gracias a estos esfuerzos publicitarios, a no ser que la economía siga en su camino hacia El. Que algo tan íntimo y tan complejo como la fe y la Teología pueda ser dirimido a través del autobús, proporciona una visión aproximada de la seriedad y sensatez de la propuesta. En tiempos de la República Española -recuperemos la memoria histórica- se puso a votación, en el Ateneo de Madrid, la existencia o no existencia de Dios. No es una boutade: es real y está documentado. La votación fue muy reñida, y ganó que el Ser Supremo no existía, por un estrecho margen de votos, tras lo cual el asunto quedó zanjado. Y, encima, los señores socios del Ateneo se ahorraron una pasta gansa en anuncios en los tranvías de la época.
De Siglo XXI

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada